Agitar contra el mundo

Agitar contra el mundo

Marcelo Sandoval Vargas

La catástrofe actual —una catástrofe ecológica, humana y con consecuencias geológicas—deriva de la propia producción y reproducción social de un sistema que tiene como único objetivo valorizarse a sí mismo, sin ningún otro propósito más allá del valor. Es una forma sin contenido. Y se ha engarzado con una nueva etapa de la propia crisis contemporánea, una contrarrevolución que ha tomado la forma de una oleada neorreacionaria. En otros momentos de la historia, las crisis y las contrarrevoluciones estaban vinculadas a detener una deriva revolucionaria que proponía la destrucción de las relaciones capitalistas.

Ahora nos enfrentamos a una contrarrevolución y a una crisis de proporciones catastróficas, sin un esfuerzo revolucionario que pueda estar en condiciones de combatir contra el capital y el Estado. En las últimas décadas se han acumulado una serie de derrotas, que entre otras cosas son consecuencia de haber dirigido energías de una parte de las pocas y pequeñas iniciativas de resistencia contra las apariencias de este mundo; en lugar de tratar de comprender cuáles son los caminos de lucha capaces de obstaculizar la reproducción del capital, y así generar brechas capaces de plantear la superación- abolición de este sistema de muerte y horror. El capital es un vampiro que nos ha robado nuestra vida y nuestro tiempo a través del trabajo y es, también, un espectro que nos engaña para que creamos pelear en su contra, cuando más bien seguimos dentro de los límites del realismo capitalista.

Una de las consecuencias de caer presa del realismo capitalista es hacer por hacer, suponer que es mejor reaccionar a cualquier apariencia antes que quedar al margen, más por culpa que por nuestra propia desesperación; suponer que podemos plantearnos una resistencia efectiva sin esforzarnos por tratar de comprender el momento que vivimos. Comprender, como sinónimo de rechazo, de manera unitaria este mundo. Una clave de las tentativas revolucionarias de otros periodos fue su disposición a la reflexión, y pensar contra la realidad, proponerse comprenderla al mismo tiempo que negarla y luchar contra ella. Y entonces, lo que se configuró ya no fue la lucha contra el capital, sino la lucha contra otra ideología, dejando todo en pie de nueva cuenta.

Ahora que esta dinámica de disputas ideológicas ha decaído, más allá de ciertos resabios arqueológicos, podemos plantearnos el ejercicio de comprender-negar el mundo como un esfuerzo que, bajo las condiciones actuales, es urgente. Sobre todo, en la perspectiva que el contenido es más importante que la forma. Un periódico, un fanzine, una página web, no deben verse como instrumentos para lidiar con nuestra culpa; son espacios de crítica, debate, reflexión, para gritar contra la explotación y contra todo lo que sostiene al capital: el patriarcado, el colonialismo, el Estado. Puede que parezca que es demasiado tarde, quizá lo sea, pero no podemos retroceder sin combatir. El tiempo se va desmoronando detrás de nuestros talones, pareciera que delante sólo hay oscuridad, suponemos que caeremos a un abismo, sin embargo, delante de nosotros está el futuro.

Dejemos de evocar épocas mejores. Durante las últimas décadas olvidamos el futuro y olvidamos, también, el pasado, pero la memoria de lucha puede ser nuestro combustible para avanzar al futuro; el realismo capitalista ha tenido éxito al apropiarse del futuro, cancelándolo. Pero, podemos volver a desear futuros desconocidos y extraños. En el futuro todo está por hacerse, que la imaginación y el pensamiento sean de nueva cuenta nuestros aliados, materializados en fanzines, libros, grafitis, revistas, periódicos, páginas web, cualquier publicación donde la palabra escrita sea una acción más para expresar el contenido-deseo de un futuro nuevo sin capital.

Fuente: La maraña – Primavera 2025