
Miguel Mariscal
“Infancia e inocencia son praderas del origen y se pierden en cuanto la conciencia aumenta. ¿Cuánto daría por experimentar de nuevo aquellos momentos y lugares remotos? Imposible transportación, el presente se impone con estado pleno de vigilia, nadie por más poderoso o drogas sofisticadas que consuma logra retornar a los inicios. Las praderas de la infancia permanecen en nosotros, pero en la humedad más oscura y recóndita del ser. Cuando avanzamos por los territorios del conocimiento más nos alejamos de la inocencia original, el horror de conocer diría el poeta Pessoa”.
Con este fragmento de Praderas de origen, del libro Memoria herida de Arturo Villaseñor, iniciamos nuestra charla literaria.
Arturo nuestro programa es de arte y literatura y aquí creo que en tu trabajo se mezclan los dos componentes. Eres escritor de novela y cuento, cineasta y dramaturgo. Además, por profesión eres psicoanalista. ¿Cuál sería tu columna vertebral en estas áreas del arte?
“Hablando de columnas vertebrales” –y se ríe por su padecimiento a su columna- como lo digo en Memoria herida, este ha sido mi talón de Aquiles; efectivamente, sí tengo ese problema, podría decir también en las artes. La mayoría de la gente se especializa, o son dramaturgos o escritores, o igual solo se abocan al cine, sea en dirección o actuación; pero la verdad amo tanto el arte en todas sus expresiones.
Mira lo que sustenta al arte, son las mismas bases en todas las expresiones, y cada una tiene sus propias herramientas, efectivamente creo que la columna vertebral es la preocupación por la expresión artística en sus distintas formas.
Si te digo que me es un problema es porque la gente de literatura dice: no, Villaseñor es de cine; y la gente de cine dice, no, Villaseñor es de teatro; y la gente de teatro dice no, Villaseñor es cineasta. En la época en que vivimos todo requiere una gran especialización, entonces o eres escritor y te juntas con escritores y estás con todo su movimiento, o eres cineasta y estás con todos ellos; pero ¿qué sucede con las personalidades como en mi caso que somos muy divergentes?, conozco a la gente de cine, conozco a la gente de teatro y conozco a mucha gente de literatura, me gusta ir a los diferentes eventos de este tipo, diría que serían las tres partes que sí me interesan.
Mi sueño era ser cineasta, desde niño descubrí el cine y este deseo por serlo curiosamente me llevó a la literatura. Estudié teatro y guion cinematográfico y he trabajado en ambos campos. Lo que nunca he escrito precisamente es poesía. Siempre le he tenido respeto a la poesía.
Me llama la atención, cómo el análisis de la psicología humana te ha llevado a crear personajes, tanto ficticios como de la vida real y eso los has plasmado en tu obra literaria.
Sí, admito que mi obra literaria, prácticamente es de profundidad psicológica. A mucha gente que les decía: estoy estudiando psicología o psicoanálisis, me contestaban, pero si tu obra es eso. Para mí el arte o la expresión artística es una forma de indagar en esta complejidad que somos los seres humanos, y lo más complejo del ser humano es precisamente la cuestión psíquica, ese laberinto difícil de descifrar y de transitar.
Entonces, toda mi obra va en ese sentido, desde mi primera película “La felicidad de la señora Consuelo”, hago planteamientos psicológicos profundos, que de una u otra forma en su momento la gente se extrañó por la temática y el tratamiento tan complejo del personaje. Ahora en la literatura, curiosamente cuando me preguntan, ¿a qué te dedicas? siempre digo, soy escritor, más que decir cineasta, digo soy escritor, porque descubrí que la literatura era como un amante que siempre estuvo fiel a mí.
Pero va de la mano, ¿no? guion, literatura, personajes. Sí claro, porque el guion finalmente es un tratamiento literario, o sea, el drama es un género literario, le llaman libreto. De muy joven estudié dirección de teatro, luego letras, psicología y arquitectura; estas tres tienen mucho que ver con la complejidad de lo humano.
¿Tus Libros publicados?
Publiqué Encuentro Inesperado, María Rojo, Delirios, Jaime Humberto Hermosillo en el País de las Apariencias, Patrón Familiar; De Brujas, de Pericos, de Gigantes y otros cuentos, Dilemas, Vicio Amoroso, De Gatos y sus Mascotas, Relato de Hombre Cruel, Entre los Peldaños de la Razón y la Locura, Incertidumbres, Memoria Herida, Eco de Murmullos y el Último Sepulcro de Aves.
La mayoría de tus libros están enfocados con esa temática de la experiencia un tanto melancólica ¿no es así?
Toda obra artística, aunque sea comedia, lo que subyace es un espíritu melancólico, esa ausencia. Y si tomamos a la melancolía como un trastorno psíquico, pues también es una realidad. Curiosamente el artista entre más melancólica sea su personalidad, curiosamente la obra adquiere mejor nivel.
Hablemos de la literatura al cine en tu obra.
Fui guionista de la película Obdulia, un cuento de cuatro capítulos del libro Patrón Familiar, donde solamente se ha filmado uno. El encuentro inesperado, El vicio amoroso y Crimen por omisión, Tritón, que por cierto Tritón comenzó con un cortometraje y terminó siendo un largometraje. todos fueron en principio guiones de cine y obras de teatro. El Llanto de la Malintzin donde hay muchos diálogos muy largos y que tienen esa, digamos, profundidad en que a muchos no les va a gustar, porque quieren ese común de responder y contestar y ya nada más.
Te puedo decir que tanto Guillermo como yo y otros tantos fuimos los impulsores de la muestra de cine en Guadalajara. Me considero pieza clave en todo el movimiento cinematográfico de la ciudad, porque antes no existía. La primera película que produjo la Universidad de Guadalajara fue una que dirigí con un guion mío, se llama El día que mi mamá salió de compras, fuimos cinco los que fundamos la muestra de cine mexicano que hoy es el FIC, entonces, de una otra forma, sí formo parte de ese pequeñísimo grupo que sembramos cuando no había nada aquí, sembramos y ahorita ya Jalisco es de los estados que más cine produce.
Tengo entendido que fuiste de los precursores de la muestra de cine en Guadalajara.
Fue todo un movimiento. Sí, fuimos de los primeros, se abrió una escuela de cine entre amigos, que se llamó Centro de Cinecrítica de Occidente, unos eran maestros, otros éramos alumnos, Ana María Meyer, Jaime Humberto Hermosillo, Daniel Varela eran nuestros maestros, Guillermo del Toro, Rigo Mora, y yo éramos los alumnos. Así lo hicimos y después quisimos abrir otro para nuevos aspirantes, nadie se inscribió, entonces se nos ocurrió que nos integráramos a la Universidad de Guadalajara, Raúl Fadilla, que entonces era director de DICSA, lo invité a mi casa a cenar y le planteamos la idea de hacer una muestra de cine mexicano, para que la gente viniera del extranjero y se sentara a ver específicamente cine mexicano, para que cuando se fueran a sus países, hablaran de nuestro cine y le gustó la idea y a partir de entonces empezamos a trabajar.
Tu trabajo con Jaime Humberto Hermosillo, ¿fueron tus inicios en el cine?
Sí, con Jaime lo que hice fue ser asistente en Doña Herlinda y su Hijo. Él me lanzó a dirigir cine. Guillermo (del Toro) y yo, como muy cuates que éramos, de cumpleaños me regaló la producción de una película.
¿Y la combinación literatura y cine en cuanto al lenguaje?
Hay mucha gente que detesta eso de mi obra, me refiero a los diálogos que son muy literarios, y hay otra gente que por eso le gusta mi obra, por esos elementos. Me han dicho, ¿por qué en tus obras los personajes no hablan como habla la gente?, sin embargo, veo todo el cine está lleno de eso. Les dije, déjenme hacer una pequeña propuesta y retomar aquella forma de hablar del drama antiguo. Llevar el ritmo en los diálogos como lo hago a mucha gente no le agrada porque quieren un cine digamos, más coloquial.
Tus guiones llevan mucho dialogo poético que me imagino al ponerlos en el guion es difícil ¿En qué películas principalmente haces ese énfasis?
En todas. En Encuentro inesperado, recuerdo que Lucha a Villa sufría mucho con mis diálogos, cuando vio la película la primera expresión que hizo el día del estreno fue: qué difíciles los diálogos de Villaseñor. Charo Constantini, que también ha trabajado mucho conmigo decía que al leerlos le eran difíciles, pero después les encontraba musicalidad y ritmo. Bueno, le pasó a Helena Díaz cuando hizo Malintzin, de pronto dijo, ¿cómo me voy a aprender estos diálogos? A José Jaime Argot también le costó mucho trabajo en Tritón.
Recuerdo cuando se presentó Encuentro Inesperado en Monterrey, uno del público me dijo, su cine me gustó, pero ¿por qué no se baja a nivel de que todo mundo entienda la obra y que sea más sencilla y más accesible? a lo que le dije, el cine como el teatro está lleno de literatura accesible, ¿por qué no una obra que los hagamos, que piensen un poquito y que se esfuerce también el público para subirlo de nivel? Esa fue mi propuesta y me lo aplaudieron en ese sentido.
¿Cómo ves el futuro del cine, con todas estas nuevas plataformas, es más fácil hacer cine, incluso la publicación de libros parece más sencilla ahora, con estos medios tecnológicos?
El gran problema que tenemos en el arte y que siempre es un lastre para él, es la comercialización, es uno de sus venenos, mucha gente cree que el arte es aquello que vende o el autor que es más nombrado; perdónenme, yo conozco muchos artistas que no tienen nombre, he leído sus obras, he visto sus películas y son geniales, y no tienen ningún reconocimiento ni nada, y nos vamos con la finta de los promovidos, los divulgados. El arte es un acto creativo que nace de forma natural, repito, por esta carga existencial que todos tenemos como seres humanos, es decir, no hay ser humano que no sufra, seamos francos, o sea, nadie tenemos la vida, la felicidad asegurada. La felicidad es un instante.
El objetivo del arte es sensibilizar, nada más, punto. Transmitir una emoción, un conocimiento, un estado de ánimo, es conmover al lector, al espectador, al que quieras, o al que está escuchando aquella música. Sus fines lo han metido al sistema neoliberal que vivimos.
¿Qué entonces, si no vendes no lo eres? Alguien una vez que dijo, yo no creo en un artista que no tenga nombre. Yo les digo, perdóname, hay mucha gente que tiene su obra y existe, es real y está ahí. Es una obra sensible, es una obra inteligente, es una obra con talento. Que no tenga quien lo divulgue es otra cosa. Entonces entras a este sistema de competencia a ver qué es mejor, qué es peor; el arte lo han comercializado.
El ser humano siempre tiene la necesidad de la creatividad, existe y está latiendo por donde quiera, que no confundan con la mercadotecnia, que es diferente. Qué maravilla que una artista se le divulgue y que se haga rico por su obra, que tampoco estoy en contra, me parece que es muy bueno y maravilloso. No vamos a juzgar una obra por el éxito comercial. Hasta en el cine, el mejor cine es el que la gente no ve. El cine, el famoso cine de arte y lo mismo pasa en la literatura.
Las mejores obras literarias, la gran mayoría no las conoce o a lo mejor se quedan con el nombre porque divulgaron a cierto autor. Pero se pueden leerlo y no pueden porque no lo entienden. Entonces no podemos medirlo a través del éxito o del premio determinado.
Arturo, gracias por estas excelentes palabras y tus conceptos sobre el arte en tu obra, gracias por estar aquí.
La entrevista que aquí les compartimos fue realizada para el podcast de arte y cultura “Piedra de Sol”, que se transmite los jueves de cada quince días en punto de las 6 pm por Radio Cartón y es conducido por Miguel Mariscal.




