
Miguel Mariscal
Mi estancia es breve
/No vine para quedarme/mi estancia es breve/aunque el impulso sea eterno/la vida se antoja inútil, / pero no lo es / Tampoco es utilitaria, / aunque lo parezca. / Es una gran oportunidad para desilusionarse, /si la aprovecho o no, / es mi decisión. / Existe la amistad y funciona, / existe la solidaridad que nos hermana. / Ambas cosas son un antídoto eficaz / contra la frustración que produce / el enterarse de que / el sentido de la vida es / comprender que la vida no tiene ningún sentido. / Pedro Barbosa.
— Bueno, así comenzamos nuestro podcast de Piedra de Sol con este poema de nuestro amigo invitado Pedro Barbosa. Pedro pues nos da gusto que estés aquí en nuestra charla.
— Gracias por la invitación, aquí estamos.
—Pues bueno Pedro, el programa es tuyo y queremos un poco indagar básicamente sobre tu obra y para comenzar tengo aquí una pequeña semblanza de quién es Pedro Barbosa.
Eres escritor, violista y compositor, nacido en San Martín de Hidalgo, Jalisco. Realizó estudios en el Conservatorio Nacional de Música, fue integrante de diversas orquestas sinfónicas del país, entre ellas la Orquesta Filarmónica de Jalisco, de la cual se jubiló. En el campo de la literatura asistió a los talleres de Roberto Villa y Patricia Medina en Guadalajara, ha escrito cuentos y artículos sobre música en periódicos y revistas locales, tiene publicado Brisa Adictiva, que es de poesía, Algún Día, noveleta y Musicae, poesía.
— Ahora presentas tu más reciente trabajo, la novela: La permanencia de lo efímero, por Armaño Ediciones, del cual eres miembro fundador. ¿Todo eso eres Pedro? entonces estamos hablando de varias facetas de un Pedro, ¿no? Estas entre músico, poeta y locura.
—Soy un estuche de porquerías. –se ríe-
Música
— ¿Oye Pedro, básicamente tu formación es musical, antes que la literaria?
— Bueno, sí, efectivamente, es decir, con fines de sobrevivencia me dedico a la música, porque sabido es que de poeta no puedes vivir, aunque, buscándole se sobrevive, aunque no para hacerte millonario.
—¿En dónde estudiaste música y que instrumento dominas?
—Déjame contarte brevemente. Primero fui guitarrista de un grupo de rock, posteriormente en la Escuela Superior de Música estudié violín, para luego experimentar con la viola en el Conservatorio Nacional. Ya después del grupo de rock, retomé el violín para empezar a estudiar formalmente. Estudié en la Escuela Superior de Música, en la Ciudad de México. En cuanto a los instrumentos, deja te digo, cualquier instrumento tiene su dificultad. Aunque no hablamos de dominar, nunca llega uno a dominar un instrumento. Tal vez, algunos genios virtuosos. Toco la guitarra, el violín, la viola y después el violonchelo.
—¿El piano?
—Piano no, para nada. Imagínate, en mi tiempo había en la escuela de música la clase de piano complementario que le llamaban, pero la cosa es que no había, era difícil tener un piano. Había algunos pianos en la escuela, pero tenía uno que madrugar para poder estudiar en ellos, y era muy dificultoso.
Orquestas
—Mi primera orquesta fue una orquesta de cámara. Sí, una orquesta de cámara juvenil. Aunque yo estaba ahí ya no tan juvenil, había mucho joven incluso tres o cuatro años más chicos que yo, exagerando me decían el abuelo. Estuve en esa orquesta y después me entró un poco de locura -hablando de locura-, y quemé las naves en Ciudad de México.
Tenía un par de becas, una para la Orquesta Sinfónica del Conservatorio, y otra que se le llamaba del Fonapas, así que tocabas y recibías beca. En este caso la beca se llamaba Ollin Yoliztli. Pero por carga de trabajo y de traslado en la Ciudad de México quemé las naves y me vine para Guadalajara. Aquí se acababa de crear la Sinfónica de la Universidad Autónoma de Guadalajara y entré en esa orquesta. Se puede decir que fue mi primera orquesta profesional. Ya después ingresé a la Filarmónica de Jalisco.
—Por ejemplo, en el conservatorio, ¿cuántos años son de estudio?
—Estás tratando de evadir esa pregunta. –se ríe- -No completé los estudios, obviamente, porque, precisamente lo que te decía al principio, pues había que subsistir, trabajar y todo lo que implica.
—Pero la duda que tengo es que, si no terminases tus estudios y entrar a la Orquesta Filarmónica de Jalisco, ¿no te representó impedimento entrar?
—No, fíjate que no tanto. Actualmente, tú si aspiras a entrar a la Filarmónica de Jalisco, debes tener comprobante de estudios, licenciatura; en esa época no había ni licenciatura aquí en Guadalajara. Ahora, como algunas personas dicen: el papel no te hace tocar. Algunos compañeros, comentaban, aquí se trata de echarle fregadazos, no de que traigas tu papelito. En la Universidad de Guadalajara era nada más artísticas, no a nivel licenciatura. Era técnico, le llamaban. La Universidad de Guadalajara tenía un taller para instrumento los sábados y párale de contar.
—Entonces de la ciudad de México regresas a Guadalajara y entras a la Orquesta de Universidad Autónoma de Guadalajara, ¿Ahí te puliste?
—Pues ahí fue la experiencia, viajábamos mucho en ese tiempo porque casi no había orquestas en el país, al menos para el norte, entonces íbamos de gira hasta la frontera. – ¿Nunca diste clases ahí mismo en la universidad? -Di clases en el Cabañas, cuando empezaron a hacer clases ahí, también di mucho tiempo clases en Ajijic en un proyecto que tenía un amigo, que todavía sigue, se llama Centro Regional de Estudios Musicales.
—¿Has trabajado en la música popular, digamos con artistas populares, tengo entendido que con la orquesta acompañaste en un concierto a Vicente Fernández?, ¿Te pagaron bien?
—Sí, sí. Estos conciertos que dio fue hace tiempo. Fue de despedida en el Estadio Azteca. Y sí me pagaron bien y nos paseamos, salimos en video y todo eso, fue una gran experiencia. Mira, en cuanto a la música popular, no voy a hablar mal de ella porque de alguna manera ahí salimos; sin embargo, como te decía es muy difícil ser un músico completo, por ejemplo, muchos de la música popular critican a los músicos de orquesta porque dicen que si no estamos leyendo no tocamos nada o que no le echamos ganas, en fin; y los de orquesta critican a los populares por tocar de oído o porque dios es grande, etc. (Risas). Yo respeto a todos los músicos en general y cada quien a su nivel. Para ser un músico completo necesitas tener la destreza que da el estudio y además de tener otras cualidades.
—Acabamos de escuchar una Suite de tu autoría, me comentaste que está basado en un poema. Creo que de alguna manera son evocaciones que nacen precisamente en la literatura y van a la música, porque creo que la poesía y la música pues están unidos de alguna manera. Es inconfundible ese lenguaje, La música es un lenguaje que nos dice mucho y a la vez está unida a muchas obras literarias.
—sí, esta pieza le puse, “Pequeña Suite causal” está compuesta en cuatro movimientos. En cuanto a las evocaciones es eso que dices tú, el ánimo, lo que sientes, experimentas tú al oír música.
—¿El proyecto que tenías, Quark, era una fusión entre rock y música clásica?
—Fue un proyecto entre amigos, era un cuarteto, más bien una orquesta de cámara que interpretaba rock. Esa idea empezó porque yo estudié composición en la Escuela Superior de Música, entonces se trataba de que al final del año tenías que presentar algo, yo apenas compuse una piececita y sin más apuro hice un arreglo de una pieza de este grupo The Moody Blues, “Noche de blanco Satín”. Hicimos una interpretación medio chafa, ves, porque yo apenas empezaba y exigía cosas a los instrumentos un poquito complicadas y no funcionó, pero me quedó esa idea que después ya estando aquí en Guadalajara retomé; de pasar música de rock a música “mal llamada clásica”. Fíjate que curioso cuando antes era la música de concierto y la música popular. Grabamos tres discos, con el tiempo fueron mutando los compañeros, algunos ya no podían continuar, luego llegó la pandemia y nos quedamos en stand by.
Literatura
—Pedro, ahora quisiéramos que nos hablaras un poco de tus libros, ¿Cuántas publicaciones?
—Qué te puedo decir, que están chidos. Jaja. Pues sí, pueden ser unos cuatro. Algún día, bajita la mano, Musicae, Brisa adictiva y este último, La permanencia de lo efímero.
—Este último libro, ¿La permanencia de lo efímero, son tus vivencias?
—Bueno, mira, cualquier parecido con la coincidencia es pura realidad, todos estos hechos son reales, los personajes son ficticios, nada más. Pues bueno, también es de autoficción. Fíjate que es algo que en Europa empezaron a llamarle algo así una novela de iniciación. Iniciación no esotérica, iniciación en el sentido que es el paso de la juventud a la adultez, El trayecto, por eso lo llaman de iniciación. De las vivencias juveniles hasta llegar a ser adulto. Te ejemplifico con algunas novelas, por ejemplo, Siddhartha de Hermann Hesse o El Guardián entre el Centeno. En los setentas. es de lo que puedo hablar, ¿no? esa época romántica del flower power, son de ese corte. Era la época donde creíamos que íbamos a cambiar el mundo. Amor y paz, hacer el amor y no la guerra. Toda esa onda.
—Oye, y tu libro Algún día -bajita la mano-, me tocó ver un poco el proceso de este, ¿es un tipo de crónica?
—Es una noveleta a manera de calendario, como sucesos en periodos. Son dos personajes, un chico las quiere con la chica y todo ambientado en la cuestión musical, en un ambiente sinfónico.
—¿Y esta otra Musicae, y porque el titulo Pedro?
—Es una expresión en latín, que es a propósito de la música. Inicia con un poema que le compuse a la música, a la mujer. Musicae, milagro que emana del educado soplo, de la firme caricia en las cuerdas, del exacto percutir.
—Bueno pues, muy agradable, creo que se nos acabó el programa. Pedro nos quedamos cortos, muy agradable esta charla contigo. —¡Ah no!, cuando hagas un programa de dos horas me invitas (risas). Gracias por preguntar, por interesar. Cuando sea requerido, aquí estoy.
- La entrevista que aquí les compartimos fue realizada para el podcast de arte y cultura “Piedra de Sol”, que se transmite los jueves de cada quince días en punto de las 6 pm por Radio Cartón y es conducido por Miguel Mariscal.



