Poema para un amigo que se fugó

Chila 4

Germán Pérez Llamas

a José Luis González González

Qué es un hombre sino su risa.

Y qué es el hombre sin alma roja.

Yo tengo un amigo, hombre de prosa

y de poesía,

le canta al barrio,

le canta a la calle

y a la gente.

Está en mi memoria,

ahora ausente, se fue a mirar la libertad,

y está tan presente él, el hombre,

que, andante yo, le miré los pasos.

Lazos fundados de un ser rebelde,

indomable criatura de humildad sublime.

Su riqueza es: paisaje florido

de ideas, principios, lo humano

luchando y pensando,

así es que se aprende, me dijo un día.

Volver al origen, no es nada sencillo

revalorar las hechuras,

costuras del ser, tejer por los bordes,

abrazar las esquinas, pedirle

permiso a lo que va naciendo.

Zurciendo y surcando

revertir la locura, volver al origen.

De la palabra de este hombre,

yo soy hermano.

Y ese es su nombre,

mi hermano,

en andanzas chavales

me eligió en un verano,

su hambre es mi hambre,

me sueño en sus sueños, junto a él

mi mano sintió

congruencia, en el rumbo.

La marcha será larga, cuan largo es el revolucionarse,

fugaz llega y así se va la vida como un destello

aquí se queda, andará sus propios pasos

tu humilde aporte a la sabiduría.

Qué dulce se siente el viento infinito,

nos cuenta la historia que pasó en invierno.

Guitarras, cantares, una voz que se ríe,

su greña rebelde, su lente agudeza,

¿Cómo es que se grita Revolución en náhuatl?

Me dijo Jesús, y

sin mayores preámbulos, sonreímos juntos.

Triste se oye la tonada en el Fresno, el Huerto,

Tocatas, Fugas y apañones, “mi nombre

es de un modo que transmutó en Chilaquil”

¿Cuántas lunas, hermano?

¿Cuántas manos? Otro mundo ¿Sera posible?

Y la noche, ¿Qué fue de ella? ¿Recuerdas?

Que amante tan dúctil, la bendita noche.

En plantón fornicamos los fulgores fugaces

conciertos inciertos, bebimos su niebla.

Debates, debacles, tropiezos, lecciones,

canciones bañadas de alcohol,

añejadas en ella, la noche.

Ya somos y estamos, pensamos, le entramos.

Ya somos y estamos, pensamos, le entramos.

Ya somos y estamos, pensamos, le entramos.

Trovando, rolando. Del camión hiciste

un aula de clases,

mentadas de madre,

saludos fraternos

—el método está en la fraternidad—

hablarse y saberse de un mismo lado,

vivir junto a quien vive

en su cuerpo el calvario,

cuánto cemento hay ya bajo nuestras suelas

que el suelo, ya sólo, se encuentra asfixiado.

¿Qué nace de un hombre surgido del barrio?

que, a madrazo limpio, se hizo un espacio.

De-spacio en el tiempo, la carga es pesada,

la vida pasada, con el pensamiento, se cambia:

enseñanzas nuevas para los que nos siguen

Y entonces qué,

mi buen José Luis,

después,

tras de ti,

¿Qué será lo que siga?

Mientras tanto…y, por lo tanto

yo te nombro
L i b e r t a d.